"Pues... Yo te veo igual que siempre. Y siempre has estado guapísima"


Un día dije que de nada servía que me haya tatuado en la piel que no tengo miedo. Que no servía de nada.
Hoy me retracto de esas palabras, porque, como la soñadora que soy, sé que me entinté eso para hacerlo un decreto, para declarar que NO TENGO MIEDO.
A veces creo que no es del todo cierto, pero también sé que no es casualidad haberse tatuado eso un día antes de conocerle.
Hablo de él, el que me dijo el título de esta entrada, el que bailó conmigo un rato, el que intentó hacerme olvidar de otras personas y no lo logró, el mismo al que regresé, el que se metió en este vaivén conmigo, del que no sé si saldremos vivos.
Y escribo todo esto, porque tanto en mi campo personal, como laboral y etcéteras, el decreto se ha cumplido. Paulatinamente, pero se ha cumplido, parece que fue ayer cuando era la niña que, asustada, se dirigía a cierto despacho de abogados y temblaba con sólo pensarlo. Hoy no me parezco en nada a la niña que se asustaba por no recibir una llamada, por no contestar un mensaje, aprendí a dar mi nada por un todo, en lugar de hacerlo al revés, hoy, si no me llaman, llamo y si no me contestan, está bien, nadie se murió por ello. Hoy en día si extraño a alguien, le busco, si quiero hablar con alguien, voy a verle, me paro en la puerta de su casa y le hablo, que nada tengo que perder, y a veces, hay que ser osado.
Aún temo, claro, si no lo hiciera, no sería humana, pero ya no dejo que el miedo me consuma, ahora dejo que me guíe, si siento miedo al hacer algo, significa que estoy haciendo lo correcto. Nadie es capaz de tomar una decisión sin miedo. Si siento miedo, significa que estoy arriesgando y si nos apegamos a aquel refrán, por ende, también significaría, que estoy ganando.
El miedo sigue ahí, claro, pero ya no me domina. Hace muchos meses que no.

Noches efímeras.

Yo tampoco sé por qué le puse un título tan de 3 pesos a esta entrada.
Quizás es porque fue lo primero que me vino a la cabeza, y no me voy a poner a discutir a esta hora con mis pensamientos, o tal vez sea, porque, en efecto, estas noches las he sentido así, efímeras.

No he tenido grandes experiencias en estos días como para justificar la manera en la que me siento últimamente, pero supongo que uno se siente como debe de sentirse y punto. Qué se le hace.

Y una en noches como esta, piensa. Piensa demasiado. Piensa tanto que termina abriendo un abandonado blog para, por fin, escribir y desahogarse, hay tantas cosas que tengo ganas de decir. Hay tantos sentimientos que tengo adentro de mí que ni siquiera son explicables con palabras. Ya no sé cómo explicar que tengo muchas ganas de vivir, ya no sé como hacer entender a las otras personas que no deben meterse con los demás. Ya no sé como dar fe de que soy una buena persona y no tienen por qué hacerme daño.

Ya no sé ser sincera.
Al menos no públicamente, no de esta manera, y es por eso que tal vez termine escribiendo cosas que tan sólo yo entienda.
Lo siento, de nuevo. Estaría padrísimo que, como en una charla cualquiera, sacáramos un vaso de refresco y me pusiera a contar detalladamente la historia, pero no, no soy de esas personas.

A punto de seleccionar todo lo anterior y borrarlo, me detengo. Es malo, pero es auténtico. No tiene disfraces encima. Me contengo de borrarlo, por querer sacarme un disfraz, porque tengo que aprender que si quiero decir que tengo en la mente a X persona diciéndome "Pero te recuerdo que cuando me decías sí, en realidad, siempre era un no", o decir que aún de vez en cuando recuerdo esas noches tan llenas de "Amelie" y "Mamma Mia!", mismas que se me olvidan cuando recuerdo que alguien más me hizo olvidar eso y ya no está, y no es mi culpa, pues lo digo y ya, tengo que dejar de reprimirme, y es que nunca lo acepto, pero el "qué dirán" siempre está. Una ya no puede darse el lujo de lloriquear en algún rincón de la web sin causar algún disturbio emocional en alguna otra persona. Damn.


Creo que ese último párrafo es todo lo que quería y/o tenía para decir.

Aitor.

Es sábado por la noche, no tengo planes de salir.
Bebo un poco de agua mientras me dispongo a terminar una propuesta de guión, pienso en que tengo el ego un poco lastimado, en que hace dos semanas que no beso y en lo mucho que me gustaría que me pasara a buscar de nuevo a cualquier lugar como lo hizo hace unos domingos, cuando fue por mí a casa de un amigo, se notaba celoso, yo estaba muy contenta.
También pienso en que me encanta su voz, aunque la mayoría del tiempo la use para decir incoherencias.
Hay cosas para las que solamente el tiempo sirve, pienso, mientras me acomodo y me desencorvo.
Reflexiono un poco acerca de Aitor y de la forma en la que me enamoraría perdidamente de él.
Aitor es el protagonista de mi guión, yo lo creé y es un hijo de puta. Es un estafador y mentiroso, es grande, y es hermoso. Se parece un poco a mi pasado, pero no. Aitor es peor. Él es un claro ejemplo de cómo las mujeres nos enamoramos de los jugadores, de los mentirosos, de los malos. Aitor es irresistible.
¿Le estoy haciendo un homenaje a todo lo que me ha hecho sufrir? Eso parece, pero Aitor tiene un final feliz. Otra vez mi defecto: Creer que debajo de tanta mierda, existe algo bueno. Eso explica muchas cosas.
Bebo más agua, debo terminar mi guión, me encorvé de nuevo y recordé que es sábado, es de noche, soy joven, y debo dejar de pensar tanto.

Crecer no siempre es madurar.

Soy la persona más inmadura que no conozco.
Contra crecer no tengo nada, cuando creces es lindo, quien dice que la infancia es la mejor etapa de la vida, miente. Nunca se es tan cruel como cuando se es niño. Seguro que esos que dicen que ser niño es lo mejor son quienes le hacían la vida imposible a los otros. Yo hablo por mí y por mi experiencia personal. Por mí y por todos ellos que sufrieron por las palabras del maestro de educación física cuando te decían que no servías para jugar, que eras gorda, que corrías despacio, y luego, por su causa, te elegían al último, no te pasaban la pelota. Hablo por mí y por todos ellos que fueron víctimas de una maestra de primaria que te repetía una y otra vez que eras una "burra", que no era posible que no aprendieras las tablas de multiplicar. Hablo por mí y por todos ellos, por todos nosotros, por los que sabemos que la infancia no es lo que todos dicen que es. Claro que tiene sus partes lindas, los juguetes, las horas sin hacer nada, las despreocupaciones, sí, pero no creo que es algo que quisiéramos repetir.
Por eso digo que la infancia no es linda. Crecer sí.

¿Qué es dolor, qué es perder y qué es amar?

....Preguntas incesantes que tiene una canción que hace días que no dejo de escuchar, preguntas que me hago a mí misma, y para las que no tengo respuesta.
Terminó una semana rarísima, con sucesos sorpresivos, extraños, inesperados... Y la verdad, no sé bien cómo me encuentro, estoy triste, pero no me salen las lágrimas, estoy enojada y no me puedo desahogar, estoy de mal humor y no puedo no reír, extraño incesantemente, y al mismo tiempo comprendo que tengo que dejar ir, amo más que nunca y al mismo tiempo, entiendo que ya se terminó, tengo tanto que decir y no puedo articular ninguna palabra, tengo tanto sueño y tan pocas ganas de dormir, tantas cosas por hacer y tan pocas ganas de hacerlas, hoy siento que no me importa nadie, que no me importa nada... Que no me importa el mundo, siento que he cometido muchos errores, siento que estoy en una etapa en la que quiero que se solucione todo, todo. A veces me pregunto si seré tan fuerte... Me pregunto si podré seguir aguantando, me pregunto hasta cuándo voy a seguir engañándome a mí misma fingiendo que tengo una solución para todo, cuando en realidad, no hago más que improvisar sobre la marcha...Y de repente me encuentro a mí misma, leyendo historiales de conversación... Escribiendo entradas sin pies ni cabeza, leyendo los borradores una y otra vez, preguntándome... ¿Qué pasó? o más bien.... ¿Qué me pasó?
Nunca creí que me iba a resultar difícil escribir la segunda entrada de un blog.
Pero siempre hay una primera vez, y yo que pensé que siempre tendría palabras para todo y que podría describir todo con palabras... Ya no creo eso. De hecho, ya no creo casi nada de lo que alguna vez creí, pero ese es otro tema.
Últimamente he tenido días difíciles, raros, complicados, difíciles de describir con palabras, y aburridos como para contárselos. Tal vez pronto me ilumine y pueda escribir cosas mejores o interesantes... Tal vez.

La hija de mi madre.

Tengo 18 años y vivo en Mérida. Estudio comunicación, y siempre soy muy mala con las primeras entradas de los blogs.

Solía tener un blog que alejé de la vista pública, primero, porque de ser leído por alguien que me conozca personalmente, me traería problemas y preguntas incómodas, y segundo, porque ya no siento casi ninguna de esas cosas que plasmaba ahí, entonces, para empezar una "nueva etapa" por decirlo de algún modo, me deshice de él, aunque guardo algunas entradas para mí, como recuerdos de lo que algún día pensé y/o sentí.

Estoy comenzando un blog nuevo donde pretendo no lloriquear sobre mi vida y hablar de algo más que de mí (si me es posible), seguramente también suba fotos, y probablemente, después me ponga indiscreta y empiece a contar cosas que no debería contar, mientras eso sucede: Stay tuned, porque recién comenzamos.

up