Aitor.

Es sábado por la noche, no tengo planes de salir.
Bebo un poco de agua mientras me dispongo a terminar una propuesta de guión, pienso en que tengo el ego un poco lastimado, en que hace dos semanas que no beso y en lo mucho que me gustaría que me pasara a buscar de nuevo a cualquier lugar como lo hizo hace unos domingos, cuando fue por mí a casa de un amigo, se notaba celoso, yo estaba muy contenta.
También pienso en que me encanta su voz, aunque la mayoría del tiempo la use para decir incoherencias.
Hay cosas para las que solamente el tiempo sirve, pienso, mientras me acomodo y me desencorvo.
Reflexiono un poco acerca de Aitor y de la forma en la que me enamoraría perdidamente de él.
Aitor es el protagonista de mi guión, yo lo creé y es un hijo de puta. Es un estafador y mentiroso, es grande, y es hermoso. Se parece un poco a mi pasado, pero no. Aitor es peor. Él es un claro ejemplo de cómo las mujeres nos enamoramos de los jugadores, de los mentirosos, de los malos. Aitor es irresistible.
¿Le estoy haciendo un homenaje a todo lo que me ha hecho sufrir? Eso parece, pero Aitor tiene un final feliz. Otra vez mi defecto: Creer que debajo de tanta mierda, existe algo bueno. Eso explica muchas cosas.
Bebo más agua, debo terminar mi guión, me encorvé de nuevo y recordé que es sábado, es de noche, soy joven, y debo dejar de pensar tanto.

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